Felicidad Natural vs. Felicidad Sintética

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Hace algún tiempo escuché hablar por casualidad (o serendipia, que se lleva mucho) de un término que llamó mi atención: el sistema inmunológico-psicológico.

Ya escribía en uno de mis primeros post sobre la resiliencia, esa increíble capacidad humana de recuperación ante las mayores adversidades.

Sin embargo, siendo realistas, también sucede que en muchas ocasiones ante una pequeña (o gran) dificultad, ante la incertidumbre de tener que tomar una decisión, ante los cambios, ante los acontecimientos novedosos, … anticipamos consecuencias mucho más nefastas de lo que posteriormente acaban resultando; anticipación que nos crea un estado emocional de alerta y angustia no del todo necesarios, sobre todo cuando posteriormente comprobamos que no resultó tan catastrófico como habíamos predicho.

¿Y por qué la mayoría de veces no resulta ser tan catastrófico como anticipamos que sería?

Algunos autores atribuyen la razón de este fenómeno a que todos tenemos un arma secreta contra las malas noticias y las adversidades: un sistema inmunitario-psicológico (término metafórico). Cuando experimentamos acontecimientos que nos llevan a una vertiginosa crisis emocional, nuestro sistema inmune-psicológico, entra en acción para tratar de protegernos de lo peor.

La diferencia entre nuestro sistema inmunológico físico y psicológico es la conciencia que tenemos, en mayor o menor medida, del primero y el desconocimiento generalizado del segundo. Nuestra arma secreta es también un secreto para nosotros mismos.

¿Cómo de mal te hará sentir el rechazo?

Daniel T. Gilbert de la Universidad de Harvard y sus colegas exploraron este fenómeno en una serie de clásicos estudios de psicología social (Gilbert et al., 1998). Crearon una situación con la que casi todos/as estamos familiarizados/as: ir a una entrevista de trabajo y ser rechazado/a.

En primer lugar se citó a los participantes a lo que creían que iba a ser una entrevista de trabajo pero, de antemano, en entre un montón de otras cuestiones irrelevantes, se les preguntó cómo se sentirían -de 1 a 10- si no lo consiguiesen. Por supuesto, no había trabajo para conseguir, por lo que todos/as los/as participantes fueron rechazados/as. Tras esto se les preguntó de nuevo cómo se sentían en ese momento.

En el estudio ninguno de los participantes se sintió tan mal como había anticipado. Y este patrón se repite una y otra vez a través de otros estudios de psicología.

Lo que a Gilbert y sus colegas les interesaba era la diferencia entre cómo la gente predijo que se sentiría y cómo se sintieron en realidad. En otras palabras: lograr que la gente se hiciera consciente de que tiene un sistema inmunitario-psicológico que hará todo lo posible para mejorar su estado emocional después del rechazo.

Felicidad Natural versus Felicidad Sintética

Gilbert, considera que el cerebro tiene este sistema inmunológico-psicológico para auto engañarnos y hacernos cambiar fácilmente la forma de ver las cosas, con el objetivo de superar las decepciones y seguir adelante. Al cerebro no le interesa la verdad sino sobrevivir… lo que nos permite encontrar la felicidad en condiciones aparentemente adversas. Este sistema, dice Gilbert, nos ayuda a cambiar la perspectiva del mundo para poder sentirnos mejor en él, y conseguir así una felicidad «a medida» que él llama “felicidad sintética”. Distingue entre lo que llama felicidad natural (la que experimentamos al obtener lo que queremos) y la felicidad sintética, que es la que nosotros “nos fabricamos” al no conseguir lo que queremos. Esta felicidad sintética la conseguimos gracias a procesos psicológicos que nos ayudan a cambiar nuestra visión del mundo para poder sentirnos mejor

Aunque podríamos pensar que la felicidad sintética no tiene la misma “calidad” que la felicidad natural, resulta que la primera es tan real y duradera como la segunda, al tiempo que produce los mismos beneficiosos efectos sobre el organismo.

En resumen, el sufrimiento por la pérdida dura poco en el cerebro humano y, lo que es más importante, la felicidad es una experiencia que puede ser creada por el propio individuo. La felicidad como experiencia vivencial de nuestro cerebro es generada internamente, incluso puede simularse sin necesidad de ningún estímulo externo.

 

 

Fuentes:

http://www.spring.org.uk/2009/11/the-psychological-immune-system.php

http://www.ted.com/talks/lang/spa/dan_gilbert_researches_happiness.html